¿Eres de los que ya incuba en casa? o ¿estás pensando en hacerlo? El objetivo de la incubación no es otro que producir el mayor número posible de aves de buena calidad a partir de huevos fértiles. En este artículo repasamos los cinco aspectos claves que debes tener en cuenta para incubar con éxito.
¿Eres de los que ya incuba en casa? o ¿estás pensando en hacerlo? El objetivo de la incubación no es otro que producir el mayor número posible de aves de buena calidad a partir de huevos fértiles. En este artículo repasamos los cinco aspectos claves que debes tener en cuenta para incubar con éxito.
1.- Cuidado de las reproductoras. Ellas son el principio de todo, de su alimentación y estado sanitario dependerá la calidad del huevo a incubar. El primer aspecto a tener en cuenta es que estén vacunadas y desparasitadas y no padezcan enfermedades. Además, deben estar desinsectadas, especialmente contra el ácaro rojo. Finalmente, su alimentación influye directamente en la calidad del huevo y en la viabilidad y peso del pollito al nacimiento, por lo que esta ha de estar basada tanto en un pienso como en agua de bebida de elevada calidad.
2.- Manejo de los huevos antes de la incubación. Incluso antes de que empiece la incubación, el embrión se está desarrollando y tiene necesidad de un cuidado adecuado. Los huevos han de recogerse al menos dos veces al día, llegando hasta cinco veces si la temperatura ambiente supera los 29º C; a continuación deben almacenarse en hueveras de plástico en una zona fría y húmeda (entre 10ºC y 15ºC y menos de un 80% de humedad) y siempre con el extremo más estrecho hacia abajo. Aunque no es estrictamente necesario se aconseja voltear una vez al día los huevos siguiendo un ángulo de 45º.
Y dos consejos muy importantes: no almacenes los huevos más de siete días antes de incubarlos y permite que se calienten a temperatura ambiente antes de introducirlos en la incubadora, ya que el cambio brusco de temperatura favorece la condensación de humedad en la cáscara; una humedad que dificulta la eclosión y facilita las infecciones.
3.- Calidad del huevo. Elige huevos no excesivamente deformes y de un tamaño medio, ya que los grandes no eclosionan bien y los pequeños producen pollitos de menor tamaño.
El grosor y calidad de la cáscara es un factor esencial. Evita los huevos con cáscaras defectuosas, agrietadas o delgadas, pues no retienen la suficiente humedad para el desarrollo del embrión y permiten la entrada de agentes infecciosos. Y recuerda: los huevos han de estar limpios pero no deben lavarse, pues eliminaríamos la capa protectora y facilitaríamos las infecciones.
4.- Parámetros de la incubadora. Desde el día de entrada de los huevos y hasta el día 18 la temperatura debe ser de 37,5 – 37, 8º C y la humedad relativa ha de estar entre el 57 y el 60%. Entre los 19 y los 21 días de incubación debemos reducir 0, 5º C la temperatura y aumentar un 10% la humedad relativa. Esta vez los huevos han de colocarse con el polo ancho hacia arriba.
La ventilación es un factor también a tener en cuenta. Si es excesiva, corremos el riesgo de pollitos de menor peso y deshidratados. Por el contrario una escasa ventilación producirá un exceso de humedad y concentración de CO2, con la consecuente pérdida de calidad del futuro pollito e incluso la muerte embrionaria.
5.- Volteo de los huevos. En las dos primeras semanas de incubación sí que es crítico voltearlos al menos dos veces al día en un ángulo de 45º. Un volteo inadecuado o inexistente traerá como consecuencia la adherencia y/o la muerte embrionaria o, en el mejor de los casos, un descenso de la calidad del futuro pollito.
Los problemas más comunes derivados de una mala incubación pasan por huevos de diferente tamaño, por una mala distribución de la temperatura y una ventilación insuficiente; pollitos con plumón pegajoso a la eclosión, debido a una humedad elevada o a una baja temperatura; con las patas separadas, por una temperatura elevada y/o empleo de bandejas lisas, o con dedos torcidos, a causa de temperaturas altas. También es un problema frecuente la existencia de nacimientos prolongados en el tiempo, que tiene que ver con la incubación de huevos de tamaños diferentes, con un incorrecto almacenamiento o una mala distribución de la temperatura e insuficiente ventilación en la incubación.