Sostenibilidad económica en granjas de rumiantes
Al igual que otras actividades, la ganadería en general y la de rumiantes en particular, se ha venido enfrentando a distintos retos en las últimas décadas en nuestro país; a modo de ejemplo: el reto del cambio de rumbo en los sistemas productivos por la despoblación rural, el incremento de la estabulación permanente en las granjas de ordeño o el aumento de tamaño y de la producción individual de los animales de las ganaderías buscando la mejora de la competitividad, entre otros.
En estos momentos, el reto que se plantea está llegando a través de mensajes de garantizar el bienestar animal, desarrollar sistemas acordes con los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), asegurar una bioeconomía circular y, en resumen, asegurar la sostenibilidad integral (económica, social y ambiental) de los sistemas de producción.
La práctica totalidad de los retos indicados, pasados o de futuro, quedan supeditados a lograr sistemas “saludables económicamente” ya que no es posible comprender la producción animal si no es como un negocio, pero además de asegurar la rentabilidad, esta debe mantenerse de una manera responsable y a largo plazo. La falta de registros productivos, económicos, sociales y de bienestar animal organizados de una manera normalizada supone un limitante para poder llevar una gestión integral en muchas de las granjas de vacuno, ovino y caprino.
Conseguir la rentabilidad en una granja consiste en lograr el equilibrio de ingresos (producción y valor unitario de los productos) y gastos, entre los que destaca el coste de alimentación por su importancia. Si bien el análisis ha de hacerse de una manera conjunta, pues sólo con la reducción de los costes de producción a veces se penaliza la producción y el resultado en rentabilidad es negativo. Por otra parte, el coste de alimentación en muchas ocasiones no se ha valorado adecuadamente, pues la decisión de un tipo u otro de pienso se hace por el valor del precio del kg sin considerar el coste de alimentación por unidad de producto vendido (carne o leche), que es el verdadero condicionante de la viabilidad económica al aunar coste y productividad.
El segundo coste en importancia, en el caso del ovino de leche, es la mano de obra y, en este sentido, la deficiencia en la gestión de los recursos humanos de las granjas es una asignatura pendiente que puede afectar directamente a la rentabilidad. La falta de planificación de tareas, horarios excesivos, etc., llevan a una tasa de renovación elevada que, como se ha demostrado en vacuno lechero, afecta directamente a la rentabilidad por el efecto negativo en productividad que conlleva cada renovación de personal. Además, una mejor planificación de la mano de obra puede implicar, en algunos casos, un aumento de plantilla que puede verse, de entrada, como un gasto excesivo pero el efecto que tiene reduciendo pérdidas productivas puede llevar a una mejora en la sostenibilidad económica de muchas granjas.
Un coste que cada vez adquiere mayor importancia es el relativo a los combustibles, electricidad, etc. por la tecnificación, cada vez más importante, de las granjas. En este sentido, el uso de energías renovables producidas en las propias granjas no sólo tendrá una repercusión en la sostenibilidad ambiental si no en la eficiencia económica al reducir el coste energético.
Las demandas sociales actuales evidencian la necesidad de desarrollar una producción animal que pueda garantizarse que se realiza bajo estándares de circularidad de recursos, de bienestar animal y reducida contaminación ambiental. Estos aspectos van a condicionar, sin duda, la legislación tanto europea como nacional en los próximos años; así como las ayudas al sector ganadero. Por ello, la sostenibilidad económica está condicionada por la imagen que los consumidores tengan sobre los sistemas productivos, especialmente con los ataques, -injustificados la mayor parte de las veces- que la producción de carne y leche de los rumiantes sufren en estos momentos.
Desde el punto de vista económico es posible que la “circularidad de la producción” conlleve una ventaja competitiva al disminuir costes productivos; si bien la adaptación a los nuevos condicionantes de circularidad y bienestar animal pueden suponer un incremento inevitable de los costes de producción, al mismo tiempo que permiten una ventaja en la venta de los productos por incremento en su valor subjetivo y una mejora en la imagen responsable de la producción primaria.
Para lograr una percepción de la sociedad favorable y realista de la producción de rumiantes, que permita revalorizar los productos no sólo por la mejora de su calidad objetiva (composición, propiedades funcionales, perfil organoléptico, etc.) si no por su valor subjetivo como unos sistemas de producción de alimentos capaces de mantener una población rural y conservar un entorno como capital social fundamental, es preciso el desarrollo de herramientas y procedimientos acreditables, que faciliten la recogida de datos, su análisis y propuestas de mejora para dar garantías de seguridad y responsabilidad a los consumidores.
Ángel Ruiz Mantecón
Profesor de Investigación. IGM-CSIC-ULE (Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Universidad de León))