Alimentación ovina y bienestar
Cuando se plantea la producción del ganado ovino, especialmente en los sistemas de producción más intensivos –cebo de corderos o alta producción de leche–, además de los rendimientos productivos, es fundamental tener en cuenta que, para que el sistema en su conjunto sea viable, los alimentos que se producen han de ser apreciados positivamente por los consumidores. En este sentido, evitar la presencia de cualquier tipo de residuos de antimicrobianos, antiparasitarios, etc. y que la producción de alimentos se produzca en condiciones de respeto al bienestar animal, es una condición prioritaria para los consumidores europeos. En este nuevo escenario, la alimentación del ganado ovino juega un papel primordial para asegurar unas producciones rentables, pero sin que suponga llevar a los animales al límite de su capacidad metabólica.
Frente a lo que ocurre en otros países de nuestro entorno, en que la producción de carne y leche ovina tiene lugar en sistemas fundamentalmente de pastoreo, en nuestro país se han desarrollado sistemas productivos basados en el cebo intensivo de corderos y en la alta producción de leche por oveja en condiciones de estabulación permanente.
En estas condiciones productivas, el objetivo ha sido lograr los máximos crecimientos o la máxima producción de leche por oveja, para lo cual se están utilizando raciones de alta densidad energética y proteica, reduciendo al mínimo la cantidad de forraje consumido por los animales, olvidando a veces la necesidad de un correcto funcionamiento de la microbiota ruminal, como requisito para un adecuado estado metabólico de los animales. A modo de ejemplo, es evidente la existencia de trastornos metabólicos –acidosis– que afectan al bienestar de los animales de manera directa y a una depresión de su estado inmunitario, haciéndose más susceptibles a padecer distintos enfermedades. Es un hecho probado que la alimentación también ejerce, en animales monogástricos, una influencia directa sobre la microbiota intestinal, pudiendo alterar su capacidad defensiva frente a diversas patologías. Establecer sistemas productivos, por ejemplo en ovejas de producción de leche, que acorten la vida productiva de los animales de una manera significativa, aunque puede ser rentable económicamente, no parece viable desde el punto de vista ético de bienestar animal.
Lograr una alimentación que permita una actividad fisiológica normal implica una formulación de las raciones teniendo en cuenta, en la valoración de los alimentos, los nutrientes imprescindibles para que la actividad de la microbiota ruminal sea máxima y complementar con los nutrientes necesarios para cubrir las necesidades de los animales. Este planteamiento obliga a un análisis riguroso de las materias primas que entran a formar parte de los piensos, que no siempre se hace, tomando valores medios de tablas de valoración nutritiva con el error correspondiente a la variabilidad en composición de los alimentos. Por otra parte, utilizar parámetros de composición de los alimentos que nos sean indicativos de la disponibilidad de nutrientes a nivel ruminal y de los aportes disponibles por los animales; así como evitar los excesos en los aportes de nitrógeno en las raciones, sin tener en cuenta el equilibrio en la disponibilidad de energía, supone un dispendio tanto metabólico como económico y un problema de contaminación ambiental que no será aceptable en el futuro.
"es necesario controlar el manejo de la alimentación en las explotaciones en sus diversos aspectos"
Además de una formulación correcta, que tenga en cuenta los aspectos mencionados, es necesario controlar el manejo de la alimentación en las explotaciones en sus diversos aspectos: almacenaje, disponibilidad y limpieza de comederos-bebederos, ventilación, limpieza general de las instalaciones, densidad de animales, etc. ya que ello condiciona el comportamiento ingestivo de los animales y, en definitiva, su capacidad de ingestión y utilización digestiva y metabólica de los nutrientes. Es fundamental que la actividad técnica de las empresas de nutrición no se quede limitada a la actividad de formulación-fabricación y se controle el proceso en su conjunto; en este sentido, la empresa Nanta ha sido un ejemplo en cuanto al desarrollo de protocolos para el estudio de las condiciones de bienestar animal y gestión de explotaciones ovinas, permitiendo, de esta forma, evaluar la respuesta de sus distintos piensos-raciones.
Por último, no podemos olvidar que la producción ovina es una actividad económica y, por lo tanto, ha de ser rentable y sostenible desde el punto de vista social, económico y ambiental garantizando el respeto por el bienestar animal. En este último aspecto, animales alimentados de manera equilibrada nos permitirán mejorar la duración y los rendimientos en su vida productiva. En la actualidad, la limitada actividad de gestión en las explotaciones ovinas conlleva a posibles errores en la decisión de compra de un tipo de pienso u otro ya que el criterio es, de manera generalizada, el precio por kilo, sin tener en cuenta ni la ingestión, ni la respuesta productiva ni el efecto a medio-largo plazo sobre el estado metabólico e inmunitario de los animales y la duración de su vida productiva.
Se abre una nueva etapa en la alimentación del sector ovino intensivo, que como toda novedad tendrá sus complicaciones pero ha de servir de estímulo para lograr sistemas de alimentación más racionales desde el punto de vista del metabolismo y estado de los animales que bajo una visión de conjunto de la explotación permita establecer planes de gestión racionales para lograr tener ovejas y corderos en óptimas condiciones de salud y confort y que, por supuesto, sean sostenibles.
Ángel Ruiz Mantecón
Profesor de Investigación. IGM-CSIC-ULE (Consejo Superior de Investigaciones Científicas-Universidad de León)