Plan Nacional de Resistencia a Antibióticos (PRAN): Una tarea de todos. Iniciativas ‘Una sola salud’

Cristina Muñoz Madero
AEMPS · www.aemps.gob.es

29/06/2017

La resistencia a los antibióticos es un problema de actualidad en medicina humana y medicina veterinaria. El uso de antibióticos, y más concretamente el mal uso, supone un mecanismo claro de selección de microorganismos resistentes.
En enero de este año, como contestación de un mandato de la Comisión, se ha publicado un documento que recoge las conclusiones para, no solo reducir la cantidad de antibiótico consumido, sino, lo que es más importante, prevenir para evitar la necesidad de usarlos; en este sentido nos proponen tres líneas de trabajo: Reducir, Reemplazar y Repensar.

En resumen lo que nos indican es que, si bien necesitamos preservar la eficacia terapéutica de los antibióticos para poder seguir contando con ellos, como una de las herramientas disponibles para el tratamiento de las enfermedades infecciosas, no podemos usarlos como sustitutivos de otras prácticas, necesarias para prevenir el desarrollo de estas patologías, como es un control eficiente de las infecciones, mejores pautas de manejo, adecuado diseño de las instalaciones e incluso con nuevos sistemas productivos.

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Fig.1 Opinión conjunta para la reducción de la necesidad de uso de antibióticos en animales productores de alimento (RONAFA).

Si tenemos en cuenta que la diseminación de las resistencias puede producirse mediante el movimiento de personas, animales e incluso alimentos, tendremos una idea del impacto que las resistencias pueden tener a nivel mundial, y de la necesidad de actuar por parte de todos los profesionales implicados en el uso de antibióticos.

Desde esta perspectiva de ‘una sola salud’ en la que cada uno debemos reconocer nuestra responsabilidad en esta lucha común, en España hemos elaborado el  plan  nacional estratégico y de acción para reducir el riesgo de selección y diseminación de resistencias a los antimicrobianos.

El Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) fue aprobado en 2014 en el pleno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud y en el pleno de la Conferencia Sectorial del Ministerio de Agricultura. El PRAN tiene una duración inicial de 5 años (2014-2018), siendo esencial la colaboración de todas las  partes implicadas para su realización.

En línea con esta idea, están integrados representantes de seis ministerios (Sanidad, Agricultura, Economía, Interior, Defensa y Educación), todas las comunidades autónomas, 70 sociedades y asociaciones científicas, profesionales y productoras, laboratorios de referencia, plataformas profesionales, universidades y organizaciones colegiales. En total, agrupa más de 270 colaboradores expertos trabajando en conjunto con un solo objetivo: reducir la contribución del uso inadecuado de antibióticos a la resistencia bacteriana desde la perspectiva de ‘una sola salud’. Par ello se proponen seis líneas estratégicas comunes para la salud humana y la sanidad animal: vigilancia; control; prevención; investigación; formación y comunicación

La vigilancia del consumo de antibióticos se ha realizado en humana y veterinaria desde que se pusieron en marcha los correspondientes programas de vigilancia en Europa.

En humana se recogen los datos de consumo de los medicamentos que se dispensan a través del Sistema Nacional de Salud. En la actualidad se está trabajando para complementar esta información con la recogida de datos de los medicamentos dispensados en hospitales y a través de la receta privada.

En veterinaria se recogen datos de ventas de medicamentos que contienen antibióticos comercializados por las empresas farmacéuticas. En un futuro próximo (2018) se pondrá en marcha un sistema de recogida de datos basado en la prescripción veterinaria de antibióticos, para complementar el sistema de recogida de datos actual.
Los programas de vigilancia de resistencias en humana se basan en hacer estudios de sensibilidad en bacterias que producen infecciones invasivas.

Los estudios instaurados en veterinaria tienen un enfoque ‘una sola salud’ desde su inicio, ya que incluyen en la vigilancia, microorganismos que pueden suponer un riesgo para las personas debido a la transmisión de infecciones a través del consumo de alimentos, o por ser microorganismos indicadores de la resistencia que tienen las bacterias comensales de los animales de abasto. Los antibióticos seleccionados para vigilar resistencia en veterinaria  incluyen medicamentos de uso exclusivo en humana;  los puntos de corte empleados pretenden detectar mecanismos de resistencia de forma temprana y así poder tomar medidas para evitar su diseminación si se diera el caso.

En relación a la nueva reglamentación europea en sanidad animal, destaca la creación de un sistema de vigilancia de resistencias a antibióticos en bacterias patógenas para animales, priorizándose aquellos microorganismos que tienen un impacto potencial en salud pública.

Los sistemas de vigilancia de resistencias a antibióticos en humana y veterinaria se realizan también de forma coordinada dentro de la Unión Europea. En el último informe ESVAC, España ocupa el primer puesto en ventas (por tanto se asume que también en consumo) de antibióticos; si además cruzamos estos datos con los resultados de resistencias, que nos dan ya en algunas producciones menos de un 3% de cepas sensibles, es fácil entender que estamos en una posición muy delicada; los sectores así lo han visto y se han planteado el problema como un gran reto,  que nos exige tomar medidas de acción inmediata.

En esta línea hemos trabajado este año, con el objetivo de conseguir un uso más racional de los antibióticos, que nos lleve a reducir el volumen de consumo que tenemos actualmente. Así, se ha puesto en marcha el proyecto  Reduce Colistina, en el que 42 empresas productoras de ganado porcino se han adherido al acuerdo de forma voluntaria, con el compromiso de reducir el consumo de colistina a un máximo de 5 mg/PCU en el periodo máximo de dos años. Igualmente el sector cunícula ha iniciado un plan voluntario, Reduce Antibióticos, y está trabajando actualmente en la identificación de los objetivos y la estrategia de implementación.

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Fig.2 Logos de los dos programas de reducción

Otras acciones, surgidas todas ellas de una estrecha colaboración entre todos los sectores son, por ejemplo, la categorización de antibióticos en veterinaria, teniendo en cuenta si son o no críticos para humana. En términos generales, establecen las condiciones de uso para determinados grupos de antibióticos críticos, que no pueden ser empleados como tratamiento de primera elección en veterinaria (ej. colistina, fluoroquinolonas  y cefalosporinas de 3ª y 4ª generación). También debeos mencionar las guías de uso prudente de antibióticos, que se han desarrollado en diferentes entornos tanto de humana como de veterinaria donde se necesita usar antibióticos (en atención primaria, en unidades de cuidados intensivos, por sectores productivos, por especies animales, etc.). Desde el PRAN se está trabajando en facilitar su implementación de forma global.

Complementando a estas, y  la filosofía de que es mejor prevenir que curar, hemos trabajado en líneas para fomentar las medidas higiénicas y la formación del personal que trabaja en entornos donde pueden producirse infecciones, destacando las mejoras de bioseguridad (lavado de manos, cambios de ropa, separación de zonas sucias/zonas limpias, control de acceso, etc.)  Precisos también los programas de vacunación, llevar una alimentación adecuada, evitar situaciones de estrés, etc., medidas descritas e implantadas tanto para las personas como para los animales. En este aspecto resulta de interés la formación continua de los profesionales implicados y la información, actividades incluidas en las líneas estratégicas del Plan Nacional de Resistencia a Antibióticos. Además, contar con herramientas que permitan hacer un diagnóstico rápido permitiría en primer lugar, definir la necesidad de usar antibióticos o no, al diferenciar infecciones bacterianas y víricas. Además,  los estudios de sensibilidad a antibióticos darían al clínico información objetiva para elegir el antibiótico más adecuado en cada caso. Todas estas pruebas han de cumplir una serie de parámetros de calidad que garanticen el éxito de su aplicación, y deber ser coste-efectivas.

En conclusión, podemos afirmar que tenemos mucho margen de mejora. Lo que nos tenemos que preguntar es que podemos y debemos aportar cada uno desde nuestra profesión e implicación. Tomemos el lema de las tres erres, y tratemos de reducir el consumo de antibióticos buscando alternativas para enfatizar la prevención y sobre todo ‘re-pensemos’  que podemos/debemos cambiar para contribuir al éxito de esta lucha que nos beneficia a todos.

Cristina Muñoz Madero
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